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Mostrando las entradas de octubre, 2015

Siempre me gustaron las narices rojas. Por eso tengo más frío en verano.

(La frase del título la dijo un profe mío en la facu y me quedó resonando. He aquí la historia que inventé para esa frase) Creo que todo se reduce a ese recuerdo, aunque ahora no me atrevo a afirmar si realmente sucedió así o mi mente lo recreó de esa forma. Como sea, se siente más real que mi reflejo por las mañanas. Mi mamá enfundada en una campera mullida de estampado floreado, saliendo de la cabaña. Sus botas negras pisando la nieve que cede bajo su peso. Comienza a buscarme con la mirada. De pronto me ve, sonríe, y ciertos detalles se me graban a fuego. El blanco de sus dientes, el aliento que se condensa al escapar de su boca en cada exhalación, la nariz colorada por el frío y por el sol, y los ojos sonrientes... Nunca volví a verla tan feliz... Luego vinimos a Buenos Aires, donde ya no nevaba y las sonrisas de mi mamá no llegaban a sus ojos. Mirando hacia atrás comprendo que yo era demasiado pequeña para entender. Por eso me enojé con ella cuando me trajo a vivir a ...