Prioridades
Lo que pareciera transcurrir como una mera conversación pasatista, una más parecida a otras, se transforma rápidamente en una encarnizada lucha de discursos que se erigen altivos, sin dar lugar al opuesto. ¿Cómo prevenir estas batallas? Si el comienzo está tan disfrazado de cotidianeidad. “¿Por qué todavía no te mudaste?” Puff, qué comienzo tan burdo para una escena que será definitiva, para nada vulgar. “No tuve tiempo”. Claro, las respuestas complicadas, vastas, extensas, no pueden transmitirse con claridad usando frases sintéticas, sencillas. Para ese momento algo pude empezar a sospechar, pero no quise agachar la cabeza como tantas otras veces. Pensé que se iba a poder hablar, que mis palabras, que a nadie nunca jamás interesan, ésta vez serían abrazadas sin condiciones. ¡Qué estúpido de mi parte! Porque entonces él, que nada sabe de mi vida, desliza con frialdad: “Tenés que establecer tus prioridades”. Rápidamente, ella, que no va a desaprovechar la oportunidad de encabalgar su o...