No nos cuentan los fracasos
La web está llena de historias inspiracionales, donde el lema "SIGUE TUS SUEÑOS" atraviesa cada línea. Si esto es cierto desde hace varios años, la muerte de Steve Jobs vino a ser la máxima expresión de esta premisa. Las redes sociales se llenaron de frases motivadoras, historias de superación, relatos de personas que renunciaron a sus trabajos para hacer "lo que aman" y terminaron teniendo éxito, personas que aseguran como si fuera una verdad irrefutable la premisa "si haces lo que amas, el dinero vendrá solo". Todo esto suena tan prometedor...
Pero yo me pregunto: ¿no hay una sola persona que lo haya apostado todo y perdió? ¿Nadie está ahí afuera hablando de lo aterrador que es dejar ir lo seguro? ¿O es que hay ciertos requisitos que se tienen que cumplir para hacer la apuesta, requisitos que aseguran el premio? Quiero decir, las condiciones materiales de existencia de la persona influyen en sus decisiones. Claramente no es lo mismo renunciar a un trabajo siendo la única fuente de ingreso de un hogar numeroso, para dedicarse a las artes plásticas, por ejemplo, que ser un estudiante de diseño que vino del interior "bancado" por sus padres a estudiar a la city porteña, y deja su trabajo part-time en un estudio para hacer un emprendimiento de objetos de autor.
¿Y qué hay acerca de la falta de confianza en uno mismo? Si cantás como Celine Dion y laburás en un súper, ok, probablemente estemos todos de acuerdo en que ese no es tu lugar, que tenés que intentar llegar a algún sitio con esa voz. Pero, ¿qué pasa cuando sos una buena actriz que no cuadra en los estándares de belleza del momento, o un gran escritor que recibió una mala crítica cuando recién empezaba? ¿Qué le pasa a esa persona por dentro? Sí, ya sé, a Enrique Pinti le dijeron que se dedique a otra cosa. Claro, a J.K. Rowling doce editoriales le rechazaron el manuscrito de Harry Potter y la piedra filosofal. Pero convengamos que esos casos son la minoría. Para el resto, cada rechazo es una herida a la autoestima.
No podemos negar que estamos atravensado una época de grandes cambios. Lo que antes era un trabajo para toda la vida, hoy es un discurrir entre empleo y empleo, sintiéndonos siempre insatisfechos, siempre inseguros. Los límites entre lo privado y lo público solían ser bastante sólidos, hoy en día la norma es exponer la vida privada al escrutinio de un público virtual, como si aquello que no estuviera en la red no existiera. Porque seamos sinceros, si experimentamos una sensación de paz inmensa en nuestra soledad frente a un paisaje natural, pero no sacamos una foto, no la compartimos y no recibimos miles de "Likes", ¿nos dura la sensación de la experiencia? Basta con abrir el Instagram y ver un paisaje más rompe-cráneos que el nuestro para relativizar nuestra vivencia, y hacerla más pequeña. Ahora bien, si nuestra foto es compartida, es comentada, es "faveada"... ¡Qué bien que se siente! Se siente tan REAL... Con esto quiero decir que estamos constantemente persiguiendo el presente, porque el futuro es incierto, pero un presente virtual que necesita de la aprobación de los demás. Lo que sucede en la pantalla (lo que la gente decide lanzar a la web, que es una versión cuidadosamente seleccionada y "photoshopeada" de la realidad) puede parecer mejor que lo que sucede fuera de ella, pero no es más real. Entonces, ¿cómo no sentirse mal si vemos que la "realidad" de los demás es mejor que la nuestra?
No quiero engañar a nadie. Claramente estoy escribiendo esto porque soy una de esas personas llenas de miedo. Llena de sueños, con algunos pocos talentos, pero realmente ATERRADA del fracaso. Y es difícil ver todas estas personas llenas de valentía, capacidad creativa, proactividad, saliendo al mundo y comiéndoselo crudo... porque siento que yo jamás podría hacer algo semejante. Muchos entenderán de lo que hablo. Y no importa que las personas de alrededor te alaben acerca de lo que te gusta hacer, no alcanza para dejar de sentir que nuestro esfuerzo es insuficiente. "Vos deberías estar en la tele". Probablemente, pero en la tele no hay lugar para una piba petisa con sobrepeso y no muy linda. "Qué buena actriz que sos". Ok, gracias, pero definitivamente no soy la mejor, hay demasiada competencia como para destacarme. "Qué bien que escribís". Escribo mejor que la mayoría, eso te lo acepto, pero no se me cae una idea, no tengo imaginación. ¿Cuántos se sienten identificados con esto? La mayoría no somos personajes como Salvador Dalí, Stephen Hawking, Isabel Allende o Natalie Portman. Somos gente normal, gente del montón, con más o menos oportunidades, más o menos capacidades...
Quizás quiero creer esto, quiero convecerme de que no sólo no soy especial, sino que la gran mayoría es como yo. Quizás es más fácil para mí convencerme de que no vale la pena intentarlo, porque ya sé que voy a fracasar. Es bastante cómodo este lugar mediocre de piloto automático, porque arriesgarlo todo va a suponer tener que hacer cosas a las que no estoy acostumbrada, cosas que realmente me comprometan a darlo todo. No sé si estoy lista para darlo todo y fracasar. Soy demasiado frágil para aceptar lo adverso, siempre lo tomo como negativo. Es fácil pensar: "Claro, qué vivos, no nos cuentan los fracasos", pero quizás sea que pocos lo intentan, y que esa apuesta sea el verdadero éxito, más allá de los resultados.
Pero yo me pregunto: ¿no hay una sola persona que lo haya apostado todo y perdió? ¿Nadie está ahí afuera hablando de lo aterrador que es dejar ir lo seguro? ¿O es que hay ciertos requisitos que se tienen que cumplir para hacer la apuesta, requisitos que aseguran el premio? Quiero decir, las condiciones materiales de existencia de la persona influyen en sus decisiones. Claramente no es lo mismo renunciar a un trabajo siendo la única fuente de ingreso de un hogar numeroso, para dedicarse a las artes plásticas, por ejemplo, que ser un estudiante de diseño que vino del interior "bancado" por sus padres a estudiar a la city porteña, y deja su trabajo part-time en un estudio para hacer un emprendimiento de objetos de autor.
¿Y qué hay acerca de la falta de confianza en uno mismo? Si cantás como Celine Dion y laburás en un súper, ok, probablemente estemos todos de acuerdo en que ese no es tu lugar, que tenés que intentar llegar a algún sitio con esa voz. Pero, ¿qué pasa cuando sos una buena actriz que no cuadra en los estándares de belleza del momento, o un gran escritor que recibió una mala crítica cuando recién empezaba? ¿Qué le pasa a esa persona por dentro? Sí, ya sé, a Enrique Pinti le dijeron que se dedique a otra cosa. Claro, a J.K. Rowling doce editoriales le rechazaron el manuscrito de Harry Potter y la piedra filosofal. Pero convengamos que esos casos son la minoría. Para el resto, cada rechazo es una herida a la autoestima.
No podemos negar que estamos atravensado una época de grandes cambios. Lo que antes era un trabajo para toda la vida, hoy es un discurrir entre empleo y empleo, sintiéndonos siempre insatisfechos, siempre inseguros. Los límites entre lo privado y lo público solían ser bastante sólidos, hoy en día la norma es exponer la vida privada al escrutinio de un público virtual, como si aquello que no estuviera en la red no existiera. Porque seamos sinceros, si experimentamos una sensación de paz inmensa en nuestra soledad frente a un paisaje natural, pero no sacamos una foto, no la compartimos y no recibimos miles de "Likes", ¿nos dura la sensación de la experiencia? Basta con abrir el Instagram y ver un paisaje más rompe-cráneos que el nuestro para relativizar nuestra vivencia, y hacerla más pequeña. Ahora bien, si nuestra foto es compartida, es comentada, es "faveada"... ¡Qué bien que se siente! Se siente tan REAL... Con esto quiero decir que estamos constantemente persiguiendo el presente, porque el futuro es incierto, pero un presente virtual que necesita de la aprobación de los demás. Lo que sucede en la pantalla (lo que la gente decide lanzar a la web, que es una versión cuidadosamente seleccionada y "photoshopeada" de la realidad) puede parecer mejor que lo que sucede fuera de ella, pero no es más real. Entonces, ¿cómo no sentirse mal si vemos que la "realidad" de los demás es mejor que la nuestra?
No quiero engañar a nadie. Claramente estoy escribiendo esto porque soy una de esas personas llenas de miedo. Llena de sueños, con algunos pocos talentos, pero realmente ATERRADA del fracaso. Y es difícil ver todas estas personas llenas de valentía, capacidad creativa, proactividad, saliendo al mundo y comiéndoselo crudo... porque siento que yo jamás podría hacer algo semejante. Muchos entenderán de lo que hablo. Y no importa que las personas de alrededor te alaben acerca de lo que te gusta hacer, no alcanza para dejar de sentir que nuestro esfuerzo es insuficiente. "Vos deberías estar en la tele". Probablemente, pero en la tele no hay lugar para una piba petisa con sobrepeso y no muy linda. "Qué buena actriz que sos". Ok, gracias, pero definitivamente no soy la mejor, hay demasiada competencia como para destacarme. "Qué bien que escribís". Escribo mejor que la mayoría, eso te lo acepto, pero no se me cae una idea, no tengo imaginación. ¿Cuántos se sienten identificados con esto? La mayoría no somos personajes como Salvador Dalí, Stephen Hawking, Isabel Allende o Natalie Portman. Somos gente normal, gente del montón, con más o menos oportunidades, más o menos capacidades...
Quizás quiero creer esto, quiero convecerme de que no sólo no soy especial, sino que la gran mayoría es como yo. Quizás es más fácil para mí convencerme de que no vale la pena intentarlo, porque ya sé que voy a fracasar. Es bastante cómodo este lugar mediocre de piloto automático, porque arriesgarlo todo va a suponer tener que hacer cosas a las que no estoy acostumbrada, cosas que realmente me comprometan a darlo todo. No sé si estoy lista para darlo todo y fracasar. Soy demasiado frágil para aceptar lo adverso, siempre lo tomo como negativo. Es fácil pensar: "Claro, qué vivos, no nos cuentan los fracasos", pero quizás sea que pocos lo intentan, y que esa apuesta sea el verdadero éxito, más allá de los resultados.
Mis conclusiones son las siguientes: 1) Los Beatles fueron rechazados por la primer discográfica también. 2) No estoy tan de acuerdo con eso de que no hay lugar en la tele para tu talentosa forma de actuar. 3) Tampoco creo que sea necesaria la aprobación de los demás para disfrutar de algo, eso dejémoslo para Milhouse. 4) La experiencia vívida del instante real jamás podrá ser reemplazado por la virtualidad. Curiosamente, utilizo este medio para expresarlo. No lo menciones.
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