Qué hermosas son las personas


Los pongo en situación. Fue el fin de una semana de esfuerzos, durmiendo muy poco, leyendo mucho, rindiendo tres exámenes en la facultad, sin tiempo de nada... Cumple un amigo de hace 21 años... Fernet y maní japonés, charla sobre religión en un taxi camino a una fiesta, un poco más de fernet, sacarle una sonrisa al bartender del boliche, ver a mis amigos reír con ganas, bailar apretujados cumbias de nuestro viaje de egresados de la primaria, y luego... la vuelta a casa.

Salgo del lugar lleno de humo al aire fresco de la madrugada. Sonrío, siempre que vuelvo de encontrarme con mis amigos sonrío. Intercambio unas palabras con la chica de seguridad que me levanta la cadenita para que pueda salir. Ahora ella también sonríe, y yo pienso: "Qué hermosa es". Voy a cruzar la avenida. Espero que cambie el semáforo dejando danzar en mi cabeza las imágenes de esa noche, mientras sonrío, por supuesto. Cruza conmigo un grupito de chicos, creo que más jóvenes que yo. Todos hablan a los gritos, ríen, y uno se queda rezagado mirando su celular. Espero que se de vuelta y me mire, tengo ganas de hacerle un chiste o algo. No lo hace. Levanta la vista y se apura a alcanzar a sus amigos. Y yo pienso: "Qué hermoso es". Voy hasta la parada del colectivo, y espero, sonriendo. Llega el bondi. Subo, saludo, pago, agradezco, me siento al lado de una señora sesentona, sonrío. Y me pongo a mirar a las personas que viajaban. Al lado mío, en el asiento individual había un gordito onda Jack Black, con los brazos tatuados y el pelo largo. Enseguida se levanta para bajarse. Tuve ganas de tocarle el brazo y decirle: "Qué hermoso sos", pero me lo  guardé. Miro a la señora a mi lado: un corte de pelo muy moderno, vestida muy canchera la sesentona. Tuve ganas de decirle: "Qué buen corte, señora, qué hermosa es". No lo hice. Se sube un tipo grande con un ojo desfigurado. No se por qué, pero me parece inteligente. Se sienta donde el gordito, y yo lo miro y pienso: "Qué hermoso es", pero me quedo el pensamiento para mí. Y así transcurren las cuadras, los semáforos, las paradas, hasta llegar a casa...

Me pasa bastante seguido esto de agarrarme como oleadas de amor indiscriminado. No se muy bien explicar qué es lo que me pasa, pero me pareciera por momentos que puedo mirar el corazón de la persona, ¿no les pasa? Porque por fuera somos todos distintos, pero por dentro... nos duelen las mismas cosas. Todos deseamos ser felices y amados, evitar el sufrimiento de los que amamos, vivir mejor. Todos sentimos miedo, angustia, soledad. Todos lloramos y reímos, acertamos y nos equivocamos, borramos la pizarra y volvemos a escribir.Y cuando tengo esos breves momentos de lucidez y miro a alguien... no me queda más que suspirar por el encantamiento, y admirar la belleza de la persona, la expresión única, el rasgo característico, la singular mueca o el extravagante atuendo. Y no me olvido de los horrores de los que somos capaces los seres humanos, pero en esos momentos no puedo más que disfrutar de un destello luminoso de esperanza. Esperanza por conseguir una sociedad más unida, más sintiente, más compasiva. Esperanza por alcanzar respeto por la vida de cada uno y tolerancia por las diferencias. Esperanza por abrazar la diversidad como algo enriquecedor, complementario de nuestra escasez. Esperanza por llevar el capital cultural a cada rincón del país, por tener una convivencia más justa, una distribución más equitativa. Esperanza por vivir el amor todo el tiempo, con cada uno....

Es algo medio raro, porque me encanta la manera en que cada uno es único, realmente único, pero a su vez es ahí donde veo lo que tenemos en común. Me gusta regodearme en los detalles de las personas, ya sea en la manera de mover las manos al hablar, en el vaivén hacia adelante cuando ríen, en un hoyuelo que asoma con timidez en una mueca o en una manera inusual de estornudar. Me gusta pensar que esas particularidades esconden algo que nos emparenta o algo que nos trasciende. Entonces, cuando miro a alguien, miro a una misma vez a esa persona y a todas las personas. ¿Cómo impedir que se me llene el pecho de amor? Quisiera ser más valiente y no quedarme con las palabras lindas sólo para mí. Quizás algo suceda cuando las deje salir. Mientras tanto, toda la esperanza que se me revela tangible por momentos debo llevarla a cabo yo con mis acciones. Debo ser el motor de los sueños que quiero ver realizados...

Sí, es difícil, pero qué hermoso es intentarlo... aunque más hermos@ SEAS VOS!!!

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