Entradas

De por qué yo festejo los “Día de…”

Ya de muy pequeña yo sospechaba de la adultez, ese período gris donde parece que la magia se esfuma en un torbellino creciente de obligaciones, y preocupaciones directamente proporcionales. El asunto de no hallarme sujeta al yugo (suave, desde ya) de unos padres que con todo derecho me decían lo que debía hacer (y lo que no) me seducía escandalosamente. Sin embargo, miraba con recelo la aparente y consistente incapacidad de los adultos de llenar el Universo de colores que no estuvieran en la paleta. Y a medida que fui creciendo, me repetí a mí misma: “ Nunca crezcas, es una trampa” . Por supuesto que eso me valió la más invalidante inmadurez, de la cual aún intento reponerme. Así y todo, sigo luchando contra el impulso de los años de empatar los días, de hacerlos, con cierta compulsión a la iteración, parecidos a los anteriores. Se me hace muy difícil, ya que mi cuerpo ha crecido (con mis obligaciones y preocupaciones directamente proporcionales) y el mundo adulto me ve y me trata com...

Prioridades

Lo que pareciera transcurrir como una mera conversación pasatista, una más parecida a otras, se transforma rápidamente en una encarnizada lucha de discursos que se erigen altivos, sin dar lugar al opuesto. ¿Cómo prevenir estas batallas? Si el comienzo está tan disfrazado de cotidianeidad. “¿Por qué todavía no te mudaste?” Puff, qué comienzo tan burdo para una escena que será definitiva, para nada vulgar. “No tuve tiempo”. Claro, las respuestas complicadas, vastas, extensas, no pueden transmitirse con claridad usando frases sintéticas, sencillas. Para ese momento algo pude empezar a sospechar, pero no quise agachar la cabeza como tantas otras veces. Pensé que se iba a poder hablar, que mis palabras, que a nadie nunca jamás interesan, ésta vez serían abrazadas sin condiciones. ¡Qué estúpido de mi parte! Porque entonces él, que nada sabe de mi vida, desliza con frialdad: “Tenés que establecer tus prioridades”. Rápidamente, ella, que no va a desaprovechar la oportunidad de encabalgar su o...

Siempre me gustaron las narices rojas. Por eso tengo más frío en verano.

(La frase del título la dijo un profe mío en la facu y me quedó resonando. He aquí la historia que inventé para esa frase) Creo que todo se reduce a ese recuerdo, aunque ahora no me atrevo a afirmar si realmente sucedió así o mi mente lo recreó de esa forma. Como sea, se siente más real que mi reflejo por las mañanas. Mi mamá enfundada en una campera mullida de estampado floreado, saliendo de la cabaña. Sus botas negras pisando la nieve que cede bajo su peso. Comienza a buscarme con la mirada. De pronto me ve, sonríe, y ciertos detalles se me graban a fuego. El blanco de sus dientes, el aliento que se condensa al escapar de su boca en cada exhalación, la nariz colorada por el frío y por el sol, y los ojos sonrientes... Nunca volví a verla tan feliz... Luego vinimos a Buenos Aires, donde ya no nevaba y las sonrisas de mi mamá no llegaban a sus ojos. Mirando hacia atrás comprendo que yo era demasiado pequeña para entender. Por eso me enojé con ella cuando me trajo a vivir a ...

Historia de dos almas

Existe un jardín donde las almas que esperan encarnar pasan sus tardes y sus mañanas. Allí se encuentran, se conocen, se hacen cercanas. Cuando llega el momento de separarse, porque una de ellas está por nacer, prometen con desesperación jamás olvidarse. Prometen buscarse en la Tierra para continuar la amistad… Sin embargo, el cuerpo del hombre lo olvida todo, y sabe que algo le hace falta, pero no sabe qué… Busca y se frustra, porque no sabe lo que busca. Pero en determinado momento, conoce a alguien y algo sucede. Sucede que la energía que se encontraba dispersa comienza a fluir en una sola dirección. Sucede que la razón no comprende el porqué de la conexión. Sucede que las almas se reconocen, aunque los corazones apenas estén comenzando a hablar. Sucede que una parte nuestra “recuerda” la familiaridad con la que nuestras almas se encontraban para jugar, para descansar sobre la hierba fresca y abrazarse al caer el sol… Esta la historia de dos almas que se reconocieron: La soleda...

Las pruebas y el oro

La noche está fría. Muy fría. Ese domingo, como tantos otros, se presta para quedarse en casa, bajo la tibia prisión de las cobijas… Pero tenemos una cita ineludible. Como cada domingo, nuestros amigos “de la calle” nos están esperando. Y realmente, no esperan tanto la sopa o la comida caliente, como sí esperan nuestro abrazo y compañía. ¿Quién no querría honrar semejante afecto? Así que allí salimos, al encuentro de nuestros hermanos, esperando un recorrido parecido al de otras noches. Ya saben… La misma gente, la misma dinámica… Y así fue que estando con Carlitos, divirtiéndonos como solemos hacerlo, recibimos una visita muy especial… Dios está presente en su Creación, en todo momento, pero nosotros estamos tan distraídos que no podemos verlo. Por eso Él se manifiesta, a veces tímidamente y otras veces con suma fuerza. Se vale de cualquier cosa a mano para entregarnos su mensaje de amor y hacernos saber qué está cerca. Mientras “soporto” (con mucho humor y amor) que Carlitos...

A mi amigo, que está en la cárcel

Los pongo en situación: Con un grupo de amigos hace ya cuatro años que recorremos las calles acercando algo de comer y tomar a los "sin techo". A fuerza de momentos compartidos (a veces alegres, a veces tristes), ellos se han metido en nuestra piel y forman parte de nuestra vida. En el día de ayer nos enteramos que uno de nuestros amigos, Ricardo, había sido llevado preso el día viernes. No supieron decirnos exactamente por qué. Ésta es mi carta para él: Yo no sé qué es lo que te llevó a estar hoy ahí. No quiero imaginar qué macana te mandaste, porque eso me enfrentaría a mis errores, por lo que poco he pagado. Tampoco es importante, porque por un lado me duele que estés allí, donde el gris se extiende más allá del horizonte; pero me consuela pensar que hoy dormís bajo un techo y tenés un plato de comida caliente. Pensar que aquí afuera ni siquiera eso tenías garantizado. Y no quiero intentar entender desde mi burbuja porteña, de clase media llena de privilegios, qué fue lo...

Qué hermosas son las personas

Imagen
Los pongo en situación. Fue el fin de una semana de esfuerzos, durmiendo muy poco, leyendo mucho, rindiendo tres exámenes en la facultad, sin tiempo de nada... Cumple un amigo de hace 21 años... Fernet y maní japonés, charla sobre religión en un taxi camino a una fiesta, un poco más de fernet, sacarle una sonrisa al bartender del boliche, ver a mis amigos reír con ganas, bailar apretujados cumbias de nuestro viaje de egresados de la primaria, y luego... la vuelta a casa. Salgo del lugar lleno de humo al aire fresco de la madrugada. Sonrío, siempre que vuelvo de encontrarme con mis amigos sonrío. Intercambio unas palabras con la chica de seguridad que me levanta la cadenita para que pueda salir. Ahora ella también sonríe, y yo pienso: "Qué hermosa es". Voy a cruzar la avenida. Espero que cambie el semáforo dejando danzar en mi cabeza las imágenes de esa noche, mientras sonrío, por supuesto. Cruza conmigo un grupito de chicos, creo que más jóvenes que yo. Todos hablan a lo...